jueves, 28 de enero de 2010

Agosto de 1945- Jorge Teillier




El día en que Hiroshima y Nagasaki ardían
yo veía feliz a medio mundo,
porque los Aliados habían vencido
y al fin se terminaba la guerra,
y terminarían todas las guerras.
Yo pensaba en la Bomba como en un gran fuego de artificio
En la plaza el Año Nuevo,
y mientras aceras de asfalto derretido
arrastraban a miles de seres,
yo miraba jugar al escondite a las niñas vecinas
y esperaba que me llamaran a sentarme a la mesa.

Los girasoles relucían y caracoles despreocupados trazaban
sus senderos pateados en el jardín,
mientras en la tierra del sol naciente
monstruosas plantas retorcidas crecían
y nacían larvas sin nombre.
Aquí hermosas muchachas peinaban largas trenzas,
mientras allá millares de mujeres quedaban sin cabello.
Caía el telón sobre otro día
y yo miraba ávidamente al mundo
cerrado para siempre a los ojos de tantos niños.
Aún no se usaba la palabra radioactividad.
Y yo a los diez años sabía que todo estaba bien:
era el fin de las guerras y triunfaban los buenos.
Todo el mundo estaba feliz y se preparaba el desfile de la Victoria,
cuando al otro lado de nuestro otoño
Hiroshima y Nagasaki ardían.


JORGE TEILLIER. Nació en Lautaro, Chile en 1935. Su obra poética comprende: Para ángeles y gorriones, El árbol de la memoria, Poemas del país de nunca jamás, Los trenes de la noche.

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